HISTORIA
Raza pura y arcaica, el mastín ha surcado los milenios indemne. Desde la bruma de los tiempos prehistóricos, emerge ileso en plena era espacial. Después de haber robado al sol napolitano el calor necesario y a la lava del Vesubio su insólito color, nuestro héroe narra una historia antigua que es casi una leyenda
Profr. Felice Cesarino.
Condensar más de 4000 años de historia de esta raza italiana en unas cuantas líneas, no es una tarea fácil. De las representaciones artísticas de terracota en Mesopotamia, datadas del 2000 a.C., exhibidas en el museo metropolitano de Nueva York, al Mastín Napolitano moderno, la raza ha evolucionado ciertamente.
Algunas de sus características peculiares, que le dan un status único en el vasto panorama de las razas reconocidas oficialmente en el mundo, permanecen inalteradas. Si existe una búsqueda espasmódica por el redescubrimiento de razas autóctonas de un pasado más o menos reciente en algunos países, hay el problema opuesto en el caso del Mastín Napolitano: aquel de mantenerlo, mientras a la vez se mejora, como los mastinari pertenopei; lo han conservado tan celosamente al través de los siglos.
A ellos debemos el más puro sentido de agradecimiento por haber preservado este verdadero monumento histórico de la cinofilia italiana, Sin remontarnos al más remoto pasado, existen pruebas de que los sumerios criaban perros grandes y poderosos, que eran utilizados tanto para la batalla como para la caza de grandes animales, especialmente leones.
Sus características principales eran: cabeza grande y poderosa, con un hocico fuerte y más bien corto; miembros fuertes y musculosos soportados por una bien desarrollada estructura ósea; un tronco fuerte y sólido, así como un tamaño imponente.
Un perro así de poderoso, seguramente fue un descendiente del gran Mastín Tibetano, que está considerado por todas las grandes autoridades como el ancestro de todos los molosoides.
Los sumerios, tan misteriosos y al mismo tiempo tan cultos y avanzados, debieron, en el curso de sus migraciones, haber traído esta raza a Mesopotamia; una raza que, en la tierra entre el Tigris y el Éufrates, halló la fortuna de ser representada en hallazgos arqueológicos mayores.
Sabemos que en Mesopotamia había ya algunos asentamientos como los Eridu, Susa, Ur y Uruk, por mencionar sólo a los más famosos, 2000 años antes de Cristo, y que en estos se criaban grandes perros, usados principalmente para proteger propiedades y ganado de los ataques de los leones, que en esos días eran comunes en esa región.
La terracota del metropolitano de Nueva York, ilustra un perro muy similar al Mastín Napolitano, un perro sentado, con una cabeza extremadamente grande, lleno de pliegues de piel, con un hocico probablemente muy poderoso y orejas amputadas. En el Museo de Arte de Chicago se muestra una hembra con las mismas características, alimentando a cuatro cachorros.
Para apreciar mejor las dimensiones y el poder de estos perros, debemos examinar la terracota Asiria, más tardía que las mencionadas, del siglo IX a.C., guardada en el Museo Británico, que muestra a un can siendo detenido del collar por su amo.
Este artefacto, de excepcional interés artístico e histórico (citado por esta razón en los más importantes textos científicos), nos permite hacer especulaciones aún más precisas y detalladas acerca de los grandes molosos de la antigüedad. Primero que nada del tamaño, la altura a la cruz llega al cinturón del amo y por lo tanto, no puede ser menor a 80 cm; la cabeza de gran volumen y con muchas arrugas, orejas intactas, planas y de implantación alta; la papada muy desarrollada, comenzando cerca de la comisura labial y llegando hasta medio cuello; finalmente el tronco, masivo y de tremendo poder, más largo que la altura a la cruz, con un prominente diámetro transversal y poderosa estructura ósea.
Estos perros se expandieron al oeste, sin duda por las guerras y migraciones, en tres direcciones: una al norte, junto a Anatolia, Grecia, Macedonia y Albania; otra al sur, hacia Egipto y Libia y otra en la costa del este del mar Mediterráneo, en lo que sería luego la tierra de los Fenicios. Esto prueba la expansión de la raza a lo largo de Europa y particularmente en Italia.
Egipto. En la estela de Antefaa II (décima dinastía egipcia), se muestra al faraón siendo escoltado por cuatro muy diferentes tipos de perro: un Greyhound de tipo nubio, otro muy parecido al Dingo australiano, un Mastín poderosamente construido y un perro muy pequeño. Los hyksos dominaron Egipto durante un siglo y medio. Estos introducen el bronce, el caballo y al mastín al valle del Nilo, ya que antes de ellos no hay antecedente alguno de este tipo de perro. Un perro muerto en guerra era embalsamado y sus restos depositados en un sarcófago, además los dolientes se rapaban para demostrar su luto. Alguien que matara un perro merecía la pena de muerte.
India.
En la India, en el arco de la puerta del santuario budista de Sanchi-Tope, están esculpidos varios perros que pertenecieron al rey Asoka (280 a.C.), todos mastines de orejas colgantes.
Albania.
Hay una fabulosa historia sobre un perro que obsequia el rey de Albania a Alejandro Magno. Por todo lo que el rey le había contado del perro, cuanto antes lo quiso enfrentar a un jabalí y luego a un oso, pero cuando el perro no les prestó atención, enojado, Alejandro lo mató. Enterado el rey de lo ocurrido, le envió un segundo perro con un mensaje: Los jabalíes y los osos no son rivales para estos perros. Concede a este, enfrentar al menos a un león o un elefante Al día siguiente, en la batalla, el perro desentrañó al león y mató al elefante. Lleno de admiración por lo sucedido, Alejandro lo fraternizó toda su vida.
Fenicia.
A pesar de que a los fenicios no se les atribuye un rol en el desarrollo de la raza, Baal, su cruel Dios, es frecuentemente representado por una cabeza de perro, clásicamente considerado el ;perro que devora; y no como símbolo de generosidad.
Asia del Este.
1000 a.C. los emperadores chinos utilizaban perros del tipo del Mastín para cazar hombres.
Galos y Celtas.
Xenofón (Grecia-Roma, 487-433 a.C.) recomienda sólo llevar perros célticos a las cacerías de jabalí y liebre, sobre cualesquiera otros. Se dice que después de derrotar a los celtas y a los cimbrios, los romanos tuvieron que batallar por dos días más hasta matar a todos los perros que cuidaban las pertenencias y los cuerpos de sus amos. En la mitología gálica: Smertulus, perro devorador de Taranis (Dios galo que enviaba fuego desde el cielo) era el símbolo de la muerte y la destrucción. Al parecer los galos son los que desarrollan las primeras armaduras caninas para la guerra.
Llegó en los tiempos de la magna Grecia a las costas de la región de la Campania italiana. Estos perros fueron criados con pericia por los romanos que los emplearon para el combate con gladiadores y otros animales, así como guardianes y perros de guerra. De aquí la conocida definición de ;belicosos (pugnaces). La historia de esta raza sigue los pasos de la del imperio romano. Con la caída de este último, aquellos colosos casi desaparecieron. Sólo se salvaron pocos ejemplares conservados muy celosamente por algunos criadores entusiastas, gracias a los cuales este monumento ha podido llegar hasta nosotros.
El último toque ha sido dado por el conocido cinólogo y escritor Piero Scanziani que, en la inmediata post-guerra, recuperó espléndidos ejemplares que, seleccionados con cuidado y pericia dieron notables resultados. En ese tiempo todavía se le conocía con varios nombres, como: moloso romano, perro de presa, mastín italiano, al final se opto por el nombre de Mastín Napolitano, y asi reconocer la labor hecha por el pueblo napolitano, que tan celosamente llevaron una continua crianza de estos majestuosos molosoides, El primer ejemplar inscrito en el libro de orígenes italiano, fue un macho de nombre Guaglione, quien fue tomado como standard viviente de la raza, al resultar vencedor en la exposición realizada en la localidad de Castel del Ovo en el año de 1946.